¿Por qué creemos que nuestra forma de pensar es la verdad?


¿Por qué creemos que nuestra forma de pensar es la verdad?

Todos, en algún momento, hemos sentido que nuestra forma de pensar es la correcta. Que nuestra opinión es la verdadera y que los demás simplemente “no entienden”. Desde la psicología, esto no es casualidad: tiene que ver con la manera en que funciona nuestra mente y con los sesgos cognitivos que influyen en nuestras creencias.

La mente humana y la ilusión de tener la verdad

La psicología cognitiva explica que nuestro cerebro busca coherencia. Necesitamos sentir que lo que pensamos es sólido para poder tomar decisiones. El problema es que caemos en el sesgo de confirmación: tendemos a fijarnos solo en la información que refuerza nuestras ideas, ignorando lo que las contradice.

De ahí nacen frases como:

  • “Yo sé cómo son las cosas.”

  • “Si todos pensaran como yo, el mundo sería mejor.”

  • “Tengo la razón, los demás están equivocados.”

Lo interesante es que cada persona, en diferentes contextos, siente exactamente lo mismo sobre sus propias creencias.

Lo positivo de creer que tenemos razón

Pensar que nuestra forma de ver la vida es la correcta no siempre es malo. Tiene ventajas importantes:

  • Seguridad emocional: nos ayuda a decidir sin quedarnos atrapados en la duda.

  • Identidad personal: refuerza quiénes somos y lo que defendemos.

  • Determinación: nos da fuerza para mantener valores y principios frente a la presión externa.

Por ejemplo, en una relación de pareja, tener claro que mereces respeto te permite poner límites sanos y proteger tu bienestar.

El lado negativo de aferrarse demasiado

El problema aparece cuando la certeza se convierte en rigidez mental. Creer que “mi verdad es la única verdad” puede llevarnos a:

  • Ser intolerantes con otras perspectivas.

  • Generar conflictos innecesarios.

  • Bloquear nuestro aprendizaje y crecimiento personal.

Ejemplos cotidianos sobran: discusiones políticas en redes sociales, debates familiares donde nadie escucha o incluso conflictos laborales porque cada quien cree que su forma de hacer las cosas es la mejor.

Una visión más sana: pensamiento crítico y humildad

La psicología del pensamiento crítico sugiere un equilibrio. No se trata de vivir en duda permanente, sino de aceptar que:

  • Mi forma de pensar es válida, pero no absoluta.

  • Escuchar a otros no me debilita, sino que amplía mi perspectiva.

  • La humildad intelectual es clave para crecer y mejorar nuestras relaciones.

Abrir la mente no significa renunciar a nuestras creencias, sino reconocer que la realidad es más compleja de lo que alcanzamos a ver desde nuestra experiencia personal.

Creer que tu forma de pensar es la verdadera puede darte seguridad, pero también puede encerrarte en una burbuja. Practicar la tolerancia, la empatía y el pensamiento crítico es fundamental para vivir con mayor libertad y conectar mejor con los demás.

Al final, la verdad no es un terreno privado: es un camino compartido donde cada perspectiva aporta una pieza del rompecabezas.

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