Decisiones



Lo bueno, lo malo… y lo que aprendemos en el camino

Tomar decisiones es una de esas habilidades que usamos a diario, a veces sin darnos cuenta. ¿Desayuno o no? ¿Contesto este mensaje? ¿Cambio de trabajo? ¿Sigo o me voy? Desde lo más simple hasta lo más profundo, elegir es parte de vivir. Y como todo en la vida, decidir tiene su lado bueno… y su lado no tan bueno.

Lo bueno de tomar decisiones

  1. Te da poder personal. Decidir es una forma de ejercer tu libertad. Cuando eliges tú —aunque te equivoques— estás tomando las riendas de tu vida.

  2. Te ayuda a crecer. Incluso las decisiones difíciles te enseñan algo sobre ti: tus valores, tus límites, tus prioridades.

  3. Te saca de la parálisis. Cuando postergamos decisiones, solemos quedarnos atrapados en la duda, el miedo o la frustración. Decidir libera.

  4. Te permite avanzar. Elegir un camino, aunque no sea perfecto, es el primer paso para moverte hacia donde quieres estar.

Lo no tan bueno…

  1. Puede generar ansiedad. ¿Y si me equivoco? ¿Y si hay una mejor opción? A veces, queremos garantías… pero la vida no viene con manual de instrucciones.

  2. A veces duele. Toda elección implica una renuncia. Elegir un “sí” implica un “no” a otras posibilidades.

  3. Puede traer culpa o arrepentimiento. En especial si las cosas no salen como esperábamos. Pero atención: decidir con la información que tenías en ese momento ya es suficiente.

  4. No siempre es bien visto. Tomar decisiones que van en contra de lo que otros esperan puede incomodar o desafiar a quienes nos rodean.

Entonces, ¿cómo tomar mejores decisiones?

No se trata de acertar siempre. Se trata de decidir con conciencia y asumir el resultado con apertura. Aquí van algunas ideas:

  • Escucha tu intuición, pero también tus razones. El equilibrio entre emoción y lógica es clave.

  • Hazte preguntas que importen. ¿Esto me acerca a quien quiero ser? ¿Estoy eligiendo desde el miedo o desde el deseo?

  • Acepta que no todo es controlable. A veces, solo el tiempo muestra si una decisión fue buena… y casi siempre es una mezcla.

  • Permítete cambiar de rumbo. Una decisión no te ata para siempre. Cambiar también es decidir.

Decidir es una aventura. A veces aciertas, a veces te equivocas… y muchas veces, simplemente aprendes. No existen las decisiones perfectas, pero sí existe la posibilidad de vivir con coherencia: elegir desde lo que eres, lo que sientes y lo que quieres construir.

Y si alguna vez te preguntas si tomaste “la mejor decisión”, recuerda: lo importante no es tener todas las respuestas, sino estar en paz con lo que elegiste en ese momento, con la persona que eras y con lo que sabías.

Comentarios